miércoles, abril 12, 2006

Pluma Abierta


"Profesionales de la muerte" y sus extrañas celebraciones
Por: R.R.

Un sobre solemne - como sólo una empresa de este tipo lo amerita - llegó a casa de manos de nuestro más cordial cartero. Parecía importante, sobrio, pero inevitablemente rígido. La voz de quien días más tarde pedía confirmar telefónicamente la asistencia a la ceremonia era tan "de ultratumba" como mi imaginación podía asimilar. Tres años pagando grandes cuotas mensuales y por fin el terreno donde descansa el cuerpo de mi abuelo es parte del patrimonio familiar.
"Tomar el Sendero correcto es tranquilidad para su familia". Con esta frase la empresa de servicios funerarios Parque del Sendero acreditaba a mi madre, como titular de una fracción de tierra comprada por nuestra familia y la invitaba a presenciar la legalización de la entrega del título de propiedad.
Por supuesto un tema tan delicado como lo es todo aquel relacionado con la muerte se toma con una formalidad única y silenciosa. Tener que adquirir ese terreno no significaba de ninguna manera un acontecimiento memorable para nosotros, por esa misma razón jamás imaginamos lo que en un par de días ocurriría.
La cita fue en el Círculo Español, donde una treintena de agentes de ventas esperaban uniformados, y correctamente alineados, la llegada de los deudos que, al igual que nosotros, sólo esperaban firmar un par de papeles para volver pronto a casa y ver el último partido de la Selección Chilena.
Mesas con largos manteles blancos, globos de colores por todos lados, canapés sobre plateadas bandejas, dos opciones de aperitivos paseando por la sala al ritmo de la música que salía de grandes parlantes instalados en las esquinas. ¡Esto no podía estar pasando! La cara de todo el mundo era de espanto, pero la parranda aún no terminaba: como plato de fondo, y con micrófono en mano, un sonriente locutor apareció tras la cortina para invitarnos a todos a tomar asiento para "disfrutar" de la ceremonia. ¡Por favor, esto debe ser una broma! Pero no, todos los agentes aplaudían al compás de un himno preparado para la fecha que veneraba la labor que la empresa cumple y de lo agradecidos que deberíamos estar de contar con el servicio que estos "profesionales de la muerte" podrían brindar.
Costará creer lo que cuento, pero es, hasta en el más mínimo detalle, lo que paradójicamente ocurrió. Luego del incómodo himno, una secretaria - por supuesto muy buena moza - nos llevó a una de las mesas que con extravagantes jugos de fruta esperaban nuestro arribo. Toda la cooperativa estaba radiante ¿Qué está pasando? ¿Nos equivocamos? ¿Es una cámara escondida? No, era una fiesta para recordar cuan doloroso resultó comprar una terreno para nuestros familiares muertos. Sin embargo, para ellos no era más que el cierre de un negocio muy sabroso.
El animador comenzó su monólogo con una anécdota que le ocurrió camino al edificio: el tipo parecía gracioso, pero no lo suficiente como para desconectarme de lo absurdo que resultaba estar en ese lugar. Cuando por fin su rutina acabó, comenzó a nombrar a los nuevos titulares. Todo parecía normalizarse, ero no fue así: mi capacidad de asombro se sintió sobrepasada. Luego de dar la mano al notario, firmar el documento y recibir el título, un armado fotógrafo apareció de repente para congelar el extraño momento. ¡Nada podía ser peor!
Una vez terminada la entrega, al igual que buitres, los famosos agentes se lanzaron sobre las víctimas para ofrecer atractivos y renovados terrenos para próximas pérdidas. Pero eso no era todo porque la oferta era seductora: quien optara por comprar otros terrenos se llevaría a su casa, sin concursos ni sorteos, un exótico jarrón con forma de limón.
Aún no puedo creer que haya tenido que pasar por semejante espectáculo, es más, estoy segura de que mi abuelo, a carcajadas, se burlaba y disfrutaba de nuestra cara de espanto. Mi madre y yo corrimos raudas escapando de esta manada de locos. Con el cinturón puesto y una cómplice mirada comenzamos a reír nerviosas y asombradas. Definitivamente nos sentimos ridículas e incomprendidas. En fin, para la próxima ceremonia no olvidaremos venir de traje ni mucho menos traer a un acompañante para la hora del baile
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1 Comments:

<$BlogCommentAuthor$> dijo...

<$BlogCommentBody$>

7:51 a. m.  

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